El escándalo entre el Comité Olímpico Internacional y la selección rusa, que ocupa estos días las portadas en todos los medios, es una historia completamente inventada por el Comité Olímpico Internacional. El hecho de que la mayoría de los miembros de la selección se encuentre bajo sospecha de haber consumido sustancias dopantes y la decisión del comité de transferir el problema de la participación de los deportistas a las federaciones internacionales han generado una impresión negativa del Comité, el cual ha comenzado a tomar decisiones claramente equivocadas de un modo autoritario.
El Tribunal de Arbitraje Deportivo (TAS, por sus siglas en francés) no puede tomar decisiones en contra del COI, y no cabe duda de que la implicación de las federaciones internacionales en las decisiones relacionadas con el dopaje confirmaría su intención de evitar cualquier confrontación con Rusia y Putin.
También existe otro motivo oculto: alejar a los jugadores rusos de ciertas competiciones (su objetivo es tanto deportivo como político).
Hoy, a solo unas horas de la apertura de los Juegos Olímpicos en Brasil, los países participantes han comenzado a quejarse de las instalaciones defectuosas reservadas a los deportistas. El alemán Thomas Bach, presidente del Comité Olímpico alojado en los edificios reservados a los dirigentes, afirma en cambio que las instalaciones son perfectamente adecuadas. ¿A quién creer entonces?
Sabemos que el presidente de la Agencia Mundial Antidopaje (WADA, por sus siglas en inglés) trabaja en la preparación de un decreto para designar la instancia que determinará las penalizaciones aplicables a los deportistas (en base a unos criterios claros), retirando así este cargo de las competencias del Comité (algo difícil a día de hoy, teniendo en cuenta la composición del Consejo ejecutivo del Comité). Esta es la primera vez que no se publica de antemano la lista de los deportistas que compiten en cada modalidad. Existen dos posibles razones ante este retraso: que los equipos aún no se han establecido, o el dopaje.
La cuestión principal reside en saber quién será capaz de poner freno a las decisiones autoritarias del COI (como, por ejemplo, la decisión de excluir a Kuwait de las competiciones deportivas). ¿Es que el Comité es más poderoso que el Consejo de las Naciones Unidas o que su Asamblea General, o incluso más que quienes acordaron el derecho a crear el COI en Suiza? El país anfitrión del COI debería reexaminar los medios de control que posee sobre los actos de este organismo, ante las especulaciones de que el gobierno federal suizo protege a organismos que llevan a cabo por medios ilegales la misión que se les ha asignado, en este caso del deporte. Esta es una cuestión que deberán resolver todos los miembros del Comité Olímpico, así como el gobierno federal suizo.